VAMOS A TERMINAR NUESTRA ORACIÓN Y LUEGO EXAMINAR
 Han estado comprometidos, el Señor y tú, durante este tiempo de oración. Es necesario, por tanto, salir con la misma actitud de adoración, de conciencia de  haber estado junto a Él.
Han estado comprometidos, el Señor y tú, durante este tiempo de oración. Es necesario, por tanto, salir con la misma actitud de adoración, de conciencia de  haber estado junto a Él.
Cuando el tiempo previsto ha terminado (y si no es necesario prolongarlo por dos o tres minutos para vencer las dificultades), comienza de a poco a agradecer al Señor. No se termina una conversación dando un portazo, sino resumiendo la situación y despidiéndose de la otra persona en modo afectuoso (al menos cortés). Serénate, respira profundamente, di todavía una frase que te haya llamado la atención, cierra la Biblia con cariño, haz la señal de la cruz.
Hemos visto antes que la oración en los Ejercicios no está orientada sólo a tener un encuentro con el Señor, sino a obtener de Él una gracia particular. Esto hace que el camino de los Ejercicios no sea la suma de los tiempos de oración, sino un proceso marcado por las gracias pedidas y obtenidas. La revisión de la oración es muy importante no sólo para constatar cómo han ido las cosas, sino para saber cómo seguir adelante. No tomes más sugerencias que las necesarias para percibir por dónde fue tu oración, qué ocurrió entre el Señor y tú. San Ignacio lo sugiere simplemente como un “mirar cómo me ha ido”.
– En modo global, ¿cómo salieron las cosas? ¿Te sientes bien, animado, deseoso de hacer algo grande, estimulado, sereno? ¿O más bien descorazonado, cansado, desilusionado, confuso? Puedes leer en la Epístola
a los Gálatas 5/19‑22: ¿te sientes más en el camino de las obras de la carne, o en aquél en que se distinguen las obras del espíritu?
– Si te has distraído, ¿de dónde nació la distracción? ¿Cómo reaccionaste ante ella?
– ¿Fue clara para ti la petición que querías presentar al Señor? ¿Él te hizo ese regalo que tú le habías pedido?
– ¿Hay una frase, una imagen, un personaje, un detalle del texto elegido para la oración que te haya ayudado más?
– ¿El sitio donde hiciste la oración era apto? ¿Estuviste tranquilo, a gusto, sin distracciones exteriores?
– ¿Cómo iniciaste la oración? ¿Tomaste el tiempo necesario para serenarte físicamente y en tu estado de ánimo? ¿O te lanzaste de golpe sobre el texto?
– ¿Qué te gustaría obtener del Señor en el tiempo de oración que vendrá ahora?
No te olvides de agradecer al Señor este encuentro, y recuerda la cita con Él dentro de poco.
Nota: por supuesto, no es necesario responder la totalidad de estas preguntas, pero sí las que te ayuden más para descubrir qué ha ocurrido en este tiempo de oración.
Jorge Delpiano S.J
