Preparar la oración

VAMOS A PREPARAR LA ORACIÓN

Antes de ir a orar, elige un solo texto de la Biblia entre los señalados por el Guía (el que te gusta más, el que conoces mejor). Es preciso renunciar a los otros pasajes bíblicos. “No es el mucho saber que harta y satisface al alma, sino el sentir y gustar las cosas internamente”. Busca los verbos y los sustantivos que aparecen en él: préstales atención. Procura suscitar dentro de ti las imágenes que presenta el texto: si orarás con Getsemaní, procura observar un olivo, el color de sus hojas, la característica del suelo bajo su follaje, toca su tronco; si tomarás el Bautismo de Jesús, busca el agua, mete tus manos o pies en ella, observa objetos a través de ella, hazla correr y escucha su rumor, fíjate en su transparencia y en su color, en la profundidad que tiene, y procura ver arena, tocarla, tomarla con tus manos. Se trata de recuperar la sensación de esas imágenes, para favorecer la contemplación de la escena.

Del mismo modo, elige un lugar donde hacer la oración (donde estarás tranquilo, donde no hará ni mucho calor ni mucho frío, donde no habrá otras personas u otras cosas que pueden distraerte). La experiencia demuestra que cambiar de lugar durante la oración origina nuevas distracciones y crea dificultad.

Establece la hora en que terminarás la oración: de hecho es de gran ayuda, cuando todo te parece difícil o no logras hacer nada, quedarse un poco más del tiempo previsto: esto porque no sólo se trata de resistir en las dificultades, sino vencerlas.

La oración de los Ejercicios no está orientada sólo a un encuentro con el Señor, sino a obtener de Él una gracia particular. Por esto es importante prestar atención a la petición que te sugiere el Guía para el tiempo sucesivo de oración, y ocupar una parte de ella deteniéndote en la petición que tú harás al Señor.

La sugerencia de San Ignacio para el comienzo de los Ejercicios (“es de mucha ayuda para quien recibe los Ejercicios, entrar en ellos con grande ánimo y generosidad hacia su Creador y Señor…”) vale igualmente para cada tiempo de oración. Por lo tanto, puedes dirigirte a la oración y comenzarla con esta actitud: el deseo de hacer algo grande y hermoso por el Señor, juntamente con Él.

 

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