SOBRE LA ORACIÓN
 “Somos propensos a hacer de la oración un truco, una receta, para evitar las consecuencias de nuestras faltas, para aliviar un sufrimiento, para revenir una desgracia. Pedimos la curación y no la paciencia. Pedimos la fortuna y no el coraje. Pedimos la paz y no la caridad. Le pedimos a Dios que haga milagros para favorecer nuestra pereza, nuestra desidia, nuestras faltas. Dios no hace esos milagros.”
“Somos propensos a hacer de la oración un truco, una receta, para evitar las consecuencias de nuestras faltas, para aliviar un sufrimiento, para revenir una desgracia. Pedimos la curación y no la paciencia. Pedimos la fortuna y no el coraje. Pedimos la paz y no la caridad. Le pedimos a Dios que haga milagros para favorecer nuestra pereza, nuestra desidia, nuestras faltas. Dios no hace esos milagros.”
“Por mucho que multipliquemos las peregrinaciones, las ceremonias, no obtendremos nada si no comenzamos por pedir primero nuestra conversión.”
“La oración-receta no vale. Se utiliza. No resulta. Se deja. “He rezado tanto para que Dios me devuelva a mi hijo. -He rezado tanto para tener una buena cosecha. -He rezado tanto para tener éxito en un asunto temporal…”, ¿Oró Ud. para dominar sus pasiones y en particular el odio y el desprecio? ¿Oró Ud. para ser más cristiano, más cristiana? ¿Ha sido la oración para Ud. un alimento de su vida cristiana? Ud. hizo de ella un truco.”
“Ningún cuidado. ¡Recemos y Dios hará milagros!”
“Ese razonamiento es insensato. Hace casi cuatro años les previne a Uds.: Hay un milagro que Dios no hará, que Dios no puede hacer, porque Dios es un Padre y un Padre que quiere educar a sus hijos. Hay un milagro que ustedes esperan y que no se hará jamás, el milagro del restablecimiento de la patria, sin que nos cueste mucho, sin nuestro restablecimiento personal.”
“La religión no es magia. La oración no es un truco.”
“Somos responsables de nuestras acciones. Nuestras acciones nos siguen.”
“Hay que cambiar, hermanos, hay que cambiar. Todo está en eso. Que cada uno ponga orden en sí mismo.”
Card. Jules Géraud Saliege
