No te inquietes por las dificultades de la vida,
por sus altibajos, por sus decepciones,
por su porvenir más o menos sombrío.
Quiere lo que Dios quiere.
Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades
el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo,
acepta los designios de su providencia.
Poco importa que te consideres un frustrado
si Dios te considera plenamente realizado;
a su gusto.
Piérdete confiado ciegamente en ese Dios
que te quiere para sí.
Y que llegará hasta ti, aunque jamás le veas.
Piensa que estás en sus manos,
tanto más fuertemente cogido,
cuanto más decaído y triste te encuentres.
Vive feliz. Te lo suplico.
Vive en paz.
Que nada te altere.
Que nada sea capaz de quitarte tu paz.
Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales.
Haz que brote, y conserva siempre sobre tu rostro
una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor
continuamente te dirige.
Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada,
como fuente de energía y criterio de verdad,
todo aquello que te llene de la paz de Dios.
Recuerda: cuanto te reprima e inquiete es falso.
Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida
y de las promesas de Dios.
Por eso, cuando te sientas apesadumbrado, triste,
adora y confía…
Teilhard de Chardin sj.

En la actitud de oración se difracta a "reves de las múltiples facetas de la existencia: razón, sentimientos, libertad, ese

Entrena tu atención y tu deseo a lo largo del día ( no sólo en los tiempos de oración) de modo que te vayas haciendo alguien atento/a, confiado, fraterno, es decir, más parecido a Jesús.

En la espiritualidad cristiana hay distintos modos y sugerencias para apoyar la oración. Todos son válidos, porque depende de cada cual y de la situación en la cual uno se encuentra. Lo importante es entrar en la presencia de Dios Padre; el resto, los modos de oración, son tan sólo una ayuda para entrar en el proceso de oración.
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El consumismo es un invento formidable que llega a todos los espacios de la tierra donde pueda haber alguien con un dólar en el bolsillo. El símbolo son los grandes centros comerciales donde no sólo se puede consumir de todo, sino que crean una manera de comer, de vestir, de viajar, de divertirse. Es todo un estilo de vida lo que se compra. En los grandes centros, los productos se ofrecen en abundancia, exhibidos en el juego de los colores, de la luz y del cristal. Se respira el aroma sofisticado que llega invisible a través de los conductos de climatización, con una música de fondo que invita a relajarse y contemplarlo todo desactivando las prisas que nos atan al reloj. Huele a tierra prometida, son espacios que nos proponen redimirnos de nuestras necesidades. Pero, ¿y todo esto me hace feliz?




El Señor que nos mira con misericordia y nos elige, nos envía a hacer llegar con toda su eficacia esa misma misericordia a los más pobres, a los pecadores, a los sobrantes y crucificados del mundo actual, que sufren la injusticia y la violencia. Sólo si experimentamos esta fuerza sanadora en lo vivo de nuestras propias llagas (llagas con nombres y apellidos), como personas y como cuerpo, perderemos el miedo a dejarnos conmover por la inmensidad del sufrimiento de nuestros hermanos, y nos lanzaremos a caminar pacientemente con nuestros pueblos, aprendiendo de ellos el modo mejor de ayudarlos y servirlos[1]. |